Técnicas de Estimulación del Lenguaje en Niños con Retraso en el Habla

¿Qué es el retraso en el habla?

El retraso en el habla en niños se produce cuando un niño no desarrolla su habla según el ritmo esperado para su edad. Afecta al 10 % de la población infantil. En bebés y niños más pequeños se manifiesta cuando el niño no balbucea ni dice palabras simples ni emplea gestos como señalar a los 12 meses; no utiliza frases simples, de 2 o 3 palabras, o prefiere emplear gestos en lugar de vocalizar, a los 18 meses, o no emplea frases de 5 o más elementos con 24 meses de edad. En el caso de niños más mayores, puede existir este retraso cuando el niño habla poco o nada, emplea frases cortas y simples en las que a veces faltan elementos, tiene dificultades para el inicio o mantenimiento de conversaciones y dificultades para comprender a los demás cuando hablan.

Según el DSM-V, en el trastorno del lenguaje aparecen dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus modalidades (hablado, escrito, signado…) debido a deficiencias de la comprensión o la producción y no se pueden atribuir a un deterioro sensorial, a una disfunción motora o a otra afección médica o neurológica. En el caso del retraso del lenguaje únicamente se produce una adquisición más lenta con respecto a lo que se espera en las diferentes etapas del desarrollo cronológico del lenguaje infantil, pero con el tiempo mejoran y pueden llegar alcanzar los niveles normales.


Importancia de la estimulación temprana

El retraso en el habla puede manifestarse de diversas maneras en el desarrollo infantil, por lo que es importante tratarlo lo antes posible. Puede afectar a la comunicación del niño, pudiendo influir en su capacidad de interacción, tanto con otros niños como con los adultos. Esto puede conllevar dificultades en el desarrollo social, ya que la buena comunicación es clave en las interacciones que suelen darse para establecer amistades y participar en actividades en grupo.

Asimismo, este retraso puede influir en el desarrollo emocional del niño, ya que el hecho de no poder expresarse adecuadamente puede acarrear sentimientos de frustración, inseguridad o ansiedad. Incluso, en algunos casos, el niño deja de hablar porque siente que no le entienden.

Por ello, es importante que la familia esté atenta a los signos que pueda manifestar cada niño y buscar la ayuda de los profesionales pertinentes, como logopedas o terapeutas del habla, si fuera necesario. Cada niño es único y progresa a su propio ritmo, pero, con el apoyo adecuado, muchos niños pueden lograr habilidades de comunicación efectivas.

Beneficios de la intervención temprana

Los beneficios que ofrece la intervención temprana para los niños y sus familias son destacables y significativos. Algunos de ellos son los siguientes:

  1. Desarrolla habilidades de comunicación y sociales, pudiendo facilitar la integración de los niños en todos los entornos.
  2. Desarrolla relaciones con niños y adultos, ya que con la intervención temprana, al mejorar la comunicación, también mejoran las habilidades sociales de los niños para poder relacionarse con otras personas de manera efectiva y correcta.
  3. Mejora el desarrollo emocional de los niños, con el fortalecimiento de su autoestima y su confianza al sentirse apoyados y ver que van progresando y avanzando en sus habilidades.
  4. Mejora el rendimiento académico de los niños debido a un mejor desempeño en el colegio, lo cual les permite lograr su máximo potencial.
  5. Fomenta la inclusión, ya que los niños pueden integrarse más fácilmente en cualquier entorno en el que se relacionen.
  6. Previene otros problemas que podrían aparecer en el futuro y que podrían ser de mayor gravedad, ya que se abordan las dificultades en el desarrollo desde sus inicios.
  7. Sirve de apoyo para la familia, no solamente para el niño, ya que facilita a los padres y cuidadores que puedan entender y manejar mejor las necesidades de sus hijos, proporcionándoles recursos y estrategias para ello.

Por tanto, la intervención temprana es clave para el desarrollo del máximo potencial de un niño y para que éste pueda tener una vida plena y satisfactoria, con unas habilidades de comunicación eficaces con el resto de personas de su entorno o de otros nuevos a los que se pueda enfrentar.

Técnicas de estimulación del lenguaje

Existen diversas y variadas técnicas que es posible emplear para la estimulación del lenguaje. Algunas de las cuales pueden ser las siguientes:

1. Jugar con el lenguaje

Es posible jugar con el lenguaje a través de canciones, rimas, juegos de rol, trabalenguas, chistes, adivinanzas, creación de historias, crear e inventar nuevas palabras; escribir cuentos, poesías o relatos cortos, etc.

Por ejemplo, es posible buscar palabras que rimen con el nombre del niño o con el de alguno de sus juguetes. También se pueden cantar canciones de los números, del abecedario, de las partes del cuerpo…

2. Lectura interactiva

La lectura favorece que los niños desarrollen mejor sus habilidades lingüísticas, ya que aumenta su exposición al lenguaje, estimula la imaginación, ayuda a los niños a entender sus sentimientos, facilita conversaciones entre los adultos y su hijo, etc. Con el uso de los cuentos, los niños adquieren mayor vocabulario, mejoran su comprensión del lenguaje y promueven la alfabetización temprana.

A través de cuentos, acompañados de gestos, onomatopeyas, cambios de voz de los personajes, rimas, etc. que los niños puedan representar o imitar, la lectura se realiza de forma más interactiva. También se pueden realizar preguntas a los niños en relación a lo que han escuchado, incluso antes de ello, sobre de qué piensan que va a tratar el cuento según el título, o señalar en las páginas el personaje que se ha citado o algún otro elemento que haya escuchado. Otra forma es haciendo que el niño vuelva a contar la historia con sus propias palabras o que explique cosas sobre su personaje o su escena favoritos, lo que ha aprendido, etc. favoreciendo una conversación sobre el mismo cuento. Además, si el niño sabe leer, se puede realizar la lectura en voz alta por turnos, implicando su participación en ella de forma más activa.

    3. Uso de pictogramas y apoyos visuales

    Los apoyos visuales forman parte de una forma diferente de representación de la comunicación. Mediante su uso, es posible aprender más sobre el lenguaje cuando existen dificultades (como ocurre en casos con TEA, síndrome de Down, hipoacusia, trastornos de lenguaje, etc.), permitiendo la construcción de oraciones y la estructuración del lenguaje, además de poder emplearse para estructurar el orden en el que tienen que realizarse los pasos de una secuencia de una rutina o las tareas que van a realizarse a lo largo del día, lo cual es beneficioso para aquellos casos en los cuales es necesaria cierta anticipación de lo que el niño hará en un momento concreto o a lo largo del día.

    Por ejemplo, es posible realizar una secuencia de pictogramas que represente todos los pasos a seguir durante la rutina de lavarse las manos, para que el niño sepa lo que tiene que hacer en cada momento de una forma más autónoma. También es posible colocar pictogramas en un calendario con las actividades de cada día, que podrán ir retirándose conforme se vayan completando, lo cual disminuye su frustración y su enfado ante los cambios de actividad, ya que puede anticipar todo lo que va a hacer. Incluso el niño puede aprender que señalando un pictograma o una imagen, puede pedir cualquier cosa que necesite, cuando no pueda expresarlo hablando, lo cual incentiva su intención comunicativa.

    4. Ejercicios de respiración y articulación

    Es importante fomentar el uso de la respiración nasal para favorecer el desarrollo adecuado de los órganos bucofonatorios.

    Cuando predomina la respiración bucal, existe interferencia en el desarrollo facial correcto. El niño suele estar frecuentemente con la boca abierta y presenta una cara alargada, con los ojos saltones y el mentón hacia atrás, con la lengua colocada de forma inadecuada cuando está en reposo, con proyección de los incisivos superiores hacia fuera y estrechez de los maxilares (produciendo el apiñamiento de los dientes), con un paladar ojival o en forma de cueva, aumentando la dificultad en el paso del aire por vía nasal. En ocasiones produce también dificultades a la hora de tragar algunos alimentos, llegando también a aparecer la deglución atípica (que necesita ser tratada antes de realizarse el tratamiento odontológico correspondiente para que éste pueda ser efectivo), y puede producirse babeo nocturno u otras patologías médicas como flaccidez de la musculatura perioral, alergias, desviación del tabique nasal, constricción de vías respiratorias superiores, entre otras.

    Estas dificultades, además, pueden alterar la pronunciación de algunos fonemas, como por ejemplo “s”, “d” o “t”. Además, puede verse también afectada la resonancia de la voz, siendo ésta más nasalizada, incluso llegando a sonar como lo que se conoce como voz gangosa. Por lo tanto, es importante fomentar el uso de la respiración nasal y la colocación adecuada de los órganos que intervienen en el habla.

    Algunos ejercicios que pueden realizarse es el de oler aromas diferentes, tomar el aire por una de las narinas y soltarlo por el otro, aprender a sonarse, alternar el paso del aire por la nariz y la boca con el soplo de velas, pelotas de ping-pong, pajitas, flautas nasales, etc. También es posible utilizar un depresor o un palito de polo plano, sujetándolo entre los labios, evitando que se caiga y fomentando que se haga uso de la respiración nasal.

    5. Conversaciones diarias

    Para incorporar el uso del lenguaje en las interacciones diarias, es importante crear un clima de confianza en el que el niño pueda expresarse y también servirle de modelo para que pueda incorporar las estructuras del lenguaje de una forma adecuada, empleando un vocabulario adaptado a su edad y/o su nivel de desarrollo.

    Para ello, los adultos pueden describir todo aquello que están haciendo durante la rutina, como puede ser aprovechando el momento del baño. El adulto describe cada paso que da y aquellas cosas que emplea para hacerlas, incluso puede dejar espacios para permitir que el niño complete las oraciones que propone. Por ejemplo, podemos decirle “Nos metemos en la…” y que el niño responda “bañera”, “Nos lavamos el pelo con… (champú)”, etc.

    También es posible tener conversaciones respecto a cosas que hayan sucedido en el fin de semana o en el colegio, haciéndole preguntas al niño sobre lo que ha hecho, con quién ha jugado, etc. lo cual también favorece que el niño pueda orientarse a través del espacio y el tiempo y mejorar la memoria recordando sus rutinas.

    Cómo involucrar a la familia

    Los padres y familiares más cercanos que pasen mayor tiempo con el niño, es importante que sean conscientes de la importancia de la estimulación del lenguaje en sus hijos para que desarrollen todas sus capacidades y potencial a nivel lingüístico.

    Para ello, pueden jugar con ellos de diferentes maneras, como por ejemplo, mediante juegos de rol, juegos de imitación, juegos de mesa, etc. compartiendo con ellos el mayor tiempo posible. También se pueden cantar canciones, leer cuentos, hacer rimas, jugar en el espejo a hacer caras (besos, morritos, sacar la lengua…).

    A través de la alimentación también es posible que el niño adquiera la movilidad y tonicidad adecuada en los músculos que intervienen en el habla, a través de diferentes texturas y aumentando la incorporación de morder y masticar bocadillos, zanahoria, manzana…

    Otras ocasiones que pueden ser adecuadas para fomentar la comunicación y el uso del lenguaje es la búsqueda de objetos en los paseos por la calle, la descripción de los mismos, etc.

    Realmente, cualquier situación en la cual participen los niños es una buena ocasión para estimular su lenguaje, fomentar que lo practique, hacer que hable, servirle como ejemplo para poder construir oraciones, etc. por lo que los familiares que pasan el mayor tiempo con ellos pueden aprovechar cualquier momento, sin necesidad de que suponga un esfuerzo extra a su rutina diaria que muchas veces implica que falte tiempo para actividades extraordinarias o que los adultos puedan estar cansados por otras responsabilidades personales.

    ¿Cuándo buscar ayuda profesional?

    Es recomendable consultar a un logopeda cuando el niño no balbucea ni utiliza ningún sonido en edades tempranas con intención de comunicarse, incluso si no utiliza la sonrisa para socializar. También es recomendable hacerlo cuando no hable con una edad más avanzada (alrededor de los 2 años) o lo haga con un vocabulario muy reducido, señalando o usando un lenguaje muy simple (con onomatopeyas, sílabas, etc.). Asimismo, puede ocurrir que el niño no comprenda instrucciones sencillas, lo cual puede ser también signo de alarma, ya que la comprensión del lenguaje oral precede a su expresión. Además, una vez adquirido el lenguaje, si éste es ininteligible o con muchos errores y dificultades para pronunciar bien diferentes sonidos dentro de las palabras, plantea otra situación para consultar con un logopeda, al igual que si se produce muchas repeticiones, bloqueos o prolongaciones de sonidos o muchas dificultades para la adquisición de la lectura y/o la escritura.

    En ocasiones, también será necesario consultar a los especialistas sanitarios correspondientes, como pediatras, neurólogos, otorrinos, odontólogos, etc. que deberán valorar y/o tratar aquellas situaciones que sean de su competencia, como puede ocurrir en el caso de la respiración bucal que puede ser producida por diferentes alteraciones (por ejemplo, tabique nasal desviado, hipertrofia de amígdalas, etc.), o problemas en otras estructuras (pérdida auditiva, patologías cerebrales, malformaciones dentales, etc.) que puedan estar retrasando o dificultando la adquisición del lenguaje en el niño u otros aspectos relacionados con la comunicación (por ejemplo, la voz).




    Como podemos ver, la adquisición adecuada del lenguaje es un factor a tener en cuenta en el desarrollo de la comunicación del niño, al igual que puede ocurrir con la formación de los órganos de la cara, sobre todo de aquellos que intervienen en la audición, la respiración y la producción del habla, ya que existen situaciones en las cuales el niño no habla o no comprende a causa de otras alteraciones en dichos sistemas. Mediante la estimulación del lenguaje y el tratamiento de los factores que puedan estar dificultando el desarrollo comunicativo del niño, es posible prevenir o mejorar su situación, evitando que se produzcan problemas mayores o disminuyendo el impacto en su futuro. Por tanto, la intervención temprana de la figura del logopeda y, si fuera necesario, los profesionales de otras disciplinas asociadas, puede marcar la diferencia en la evolución posterior del niño, a corto y largo plazo.

    Pide tu primera cita

    ¿Necesita tu hijo o hija ayuda profesional? Nosotros os ayudamos. Deja tus datos y nos pondremos en contacto contigo.

    × Pide tu primera cita