Cómo detectar la ansiedad por separación en niños pequeños

La infancia temprana se distingue por el descubrimiento y la formación de lazos afectivos fundamentales. La ansiedad por separación, una reacción común a la ausencia de las figuras de cuidado primarias, es un componente central de este proceso. Por ello, es necesario que padres, educadores y cuidadores comprendan su naturaleza, sus límites y las estrategias para apoyar a los niños.

¿Qué es la ansiedad por separación?

La ansiedad por separación se describe como el temor que experimenta un niño en sus primeras etapas de vida al encontrarse separado físicamente o al anticipar esa separación de sus figuras de apego principales. Esta ansiedad, ajustada al nivel del desarrollo en el que se encuentra el niño, tiene un propósito adaptativo.

En momentos de separación de estas figuras, la ansiedad es evidente, aunque se considera leve, temporal y desaparece naturalmente a medida que avanza el desarrollo. Sin embargo, a veces esta puede intensificarse, afectando a múltiples áreas del desarrollo y persistir más allá de lo común en el crecimiento.

En el marco de la teoría del apego, esta ansiedad se manifiesta como el deseo instintivo del niño de mantener la proximidad con su figura de apego, buscando seguridad. John Bowlby y Mary Ainsworth desarrollaron esta teoría, que subraya la influencia de las interacciones tempranas con los cuidadores en la formación de los patrones de relación que afectarán la vida de la persona.

¿Cuándo es normal y cuándo es motivo de preocupación?

La ansiedad por separación de las figuras de apego es una parte usual del desarrollo temprano de los niños. La ansiedad puede comenzar precozmente, incluso en la edad preescolar, pero también puede aparecer en cualquier otro momento del desarrollo, siendo poco frecuente que se inicie en la etapa de la adolescencia.

De forma general, empieza a manifestarse alrededor de los 6 – 8 meses, alcanza su punto más alto entre los 10 y los 18 meses, y gradualmente disminuye a medida que el niño desarrolla una mayor comprensión del mundo y la permanencia de los objetos y las personas.

De forma contraria, se convierte en motivo de preocupación cuando persiste un tiempo superior a los 3 o 4 años, siendo la intensidad y la frecuencia iguales que al inicio. También cuando se presenta una excesiva ansiedad, interfiriendo con la vida diaria del niño, dificultando la participación en actividades propias de la edad (acudir a la escuela, jugar con otros niños, etc.) y generando un malestar significativo tanto en el niño como en los cuidadores.

En estos casos podría tratarse de un Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS), siendo una condición que requiere de evaluación y tratamiento por profesionales de la salud mental.

Principales señales y síntomas

Las señales de la ansiedad por separación varían en intensidad y manifestación entre cada niño, pero algunas de las más comunes son las siguientes:

  • Sufrimiento excesivo cuando se separa de su cuidador primario.
  • Aferramiento excesivo a la figura de apego, negándose a soltarse (pánico o rabietas en momentos de separación).
  • Ser muy pegajoso, incluso cuando está en casa.
  • Presencia de pesadillas con tema de separación.
  • Resistencia para acudir a la escuela u otros lugares, debido al miedo por la separación.
  • Negación para dormirse sin su cuidador primario cerca.
  • Excesiva preocupación por dormir fuera de casa.
  • Miedo a quedarse solo en cualquier lugar de la casa.
  • Quejas físicas repetitivas, como dolores de cabeza o estómago antes o durante la separación.
  • Demasiada preocupación acerca de la pérdida o daño de su cuidador primario.
  • Demasiada preocupación por perderse de la familia.
  • Demasiada preocupación por la seguridad propia.
  • Conductas regresivas, como volver a mojar la cama o chuparse el dedo.

Causas y factores que la desencadenan

La ansiedad por separación aparece cuando los bebés comienzan a entender que ellos y sus cuidadores son personas distintas, pero todavía no han desarrollado completamente el concepto de permanencia del objeto, es decir, la capacidad de entender que alguien o algo sigue existiendo, aunque no lo vean ni lo escuchen.

Por ello, al separase de sus figuras de apego, no logran comprender que esa ausencia es temporal. Como aún no tienen una noción clara del tiempo, pueden sentir que la partida de sus padres es definitiva. Esta ansiedad suele disminuir a medida que el niño crece y empieza a formar recuerdos: puede evocar a sus padres cuando no están presentes y reconocer que en otras ocasiones también se fueron, pero regresaron.

Aunque la ansiedad por separación tenga una base evolutiva, existen diversos factores que pueden influir en su intensidad y duración.

Estilo de apego

La ansiedad por separación está estrechamente relacionada con la calidad del vínculo de apego que se forma en la infancia.

John Bowlby y Mary Ainsworth plantearon en su teoría del apego la existencia de cuatro patrones de comportamiento que representan diferentes estilos de apego:

  • Apego Seguro:
    El niño confía en que sus cuidadores estarán disponibles de manera constante. El cuidador proporciona seguridad, contacto y comunicación afectiva.
  • Apego Ansioso-Ambivalente:
    El niño experimenta desconfianza e incertidumbre debido a la inconsistencia de los cuidadores. Esto genera miedo intenso a la separación.
  • Apego Evitativo:
    Caracterizado por evitar el contacto. Ocurre cuando los cuidadores no proporcionan seguridad suficiente y el niño desarrolla autosuficiencia compulsiva.
  • Apego Desorganizado:
    Mezcla de evitativo y ansioso. Se produce cuando los cuidadores presentan conductas negligentes e incluso generan miedo en el niño.

Relación entre los estilos de apego y la ansiedad por separación

  • El apego ansioso-ambivalente muestra la correlación más fuerte con una ansiedad por separación problemática.
  • El apego evitativo puede llevar a internalizar la angustia sin manifestarla abiertamente.
  • El apego desorganizado puede causar ansiedad más intensa, impredecible y desregulada.
  • Los niños con apego seguro tienden a vivir la ansiedad de forma adaptativa, tolerando mejor las separaciones.

Comprender los estilos de apego ayuda a proporcionar un apoyo adecuado y promover un desarrollo emocional saludable.

Estilo de crianza

Los estilos de crianza se refieren a la manera en que los progenitores o cuidadores crían y educan a sus hijos. Estos estilos se conceptualizan considerando pensamientos, reacciones, actitudes, disponibilidad y puntos de vista que los progenitores describen respecto a aspectos clave del desarrollo de sus hijos, tales como:

  • Salud física y mental
  • Rendimiento académico
  • Relaciones sociales
  • Manejo de la autoridad y obediencia en el hogar

Baumrind, y posteriormente Maccoby y Martin, señalaron cuatro estilos principales de crianza:

Estilo Democrático

  • Los padres muestran cariño y supervisión, fomentando la autonomía y la responsabilidad.
  • Permiten la expresión de necesidades y toman decisiones de forma flexible y democrática.
  • Utilizan una autoridad racional, no coercitiva.
  • Sus hijos tienden a mostrar equilibrio emocional, autoestima elevada y bajo nivel de conflictos familiares.
  • Presentan menos riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad o depresión.

Estilo Autoritario

  • Padres que imponen reglas estrictas y disciplina constante, a menudo severa.
  • No permiten que los niños expresen sus opiniones ni sugerencias.
  • La falta de afecto y autonomía puede provocar en los niños problemas emocionales (ansiedad, depresión).

Estilo Sobreprotector (Permisivo)

  • Padres que controlan en exceso, protegiendo al niño de cualquier dificultad.
  • Manifiestan altos niveles de ansiedad y crítica hacia los errores de los hijos.
  • Consecuencia: niños inseguros, temerosos y dependientes emocionalmente de sus padres.

Estilo Negligente/Indulgente

  • Padres que muestran ausencia de reglas claras y poca o nula supervisión.
  • Genera en los hijos sentimientos de abandono emocional, conductas disruptivas y problemas de salud mental.

Relación entre los estilos de crianza y la ansiedad por separación

  • El estilo democrático se asocia a menor riesgo de ansiedad por separación, gracias al ambiente de apoyo y autonomía gradual.
  • El estilo autoritario puede aumentar la ansiedad debido a la rigidez y la falta de expresión emocional.
  • El estilo permisivo genera inseguridad ante separaciones, por la falta de estructura y límites claros.
  • El estilo negligente presenta el mayor riesgo emocional, aumentando la vulnerabilidad del niño a desarrollar ansiedad intensa.

Factores del entorno

Aunque la ansiedad por separación en niños es una etapa normativa del desarrollo, puede verse influenciada e intensificada por diversos factores del entorno. Estos factores interactúan con la predisposición individual y el temperamento del niño, aumentando la probabilidad de que la ansiedad sea más intensa o persistente.

Algunos factores del entorno relevantes son:

  • Cambios o transiciones vitales:
    Adaptaciones a nuevos entornos como el inicio escolar, una mudanza, la llegada de un nuevo miembro a la familia, divorcio de los progenitores o la pérdida de un ser querido pueden desencadenar ansiedad.
  • Experiencias estresantes o traumáticas:
    Como una hospitalización, un accidente o lesión, la muerte de un progenitor o la exposición a violencia, abuso o negligencia, pueden generar inseguridad y agravar la dependencia.
  • Factores socioculturales:
    • Normas culturales que exigen independencia temprana.
    • Disponibilidad y calidad de los servicios de cuidado infantil.
    • Apoyo social disponible para las familias.

Factores genéticos y fisiológico

El Trastorno de Ansiedad por Separación (TAS) presenta una alta heredabilidad familiar.
Se estima que los factores genéticos y fisiológicos influyen en el desarrollo del TAS en aproximadamente un 73%.

Esto significa que si existen antecedentes familiares de trastornos de ansiedad, el riesgo en los hijos es significativamente mayor.

Consejos para acompañar al niño durante el proceso

Acompañar a un niño que experimenta ansiedad por separación requiere paciencia, comprensión y estrategias consistentes. A continuación, algunas recomendaciones prácticas:

  • Hablar de lo que hará junto con el cuidador más tarde:
    “Cuando termine de trabajar, vendré a buscarte y…”
  • Validar sus sentimientos:
    “Entiendo que te da un poco de miedo que me vaya, pero voy a volver muy pronto”
  • Evitar burlas o castigos por su reacción emocional.
  • Mantener rutinas predecibles para despedidas y reencuentros.
  • Proporcionar objetos especiales: juguetes o elementos de consuelo que le ayuden a tranquilizarse.
  • Consolar al niño siempre que tenga miedo, escuchándolo con comprensión y compasión.
  • Realizar despedidas rápidas y positivas.
  • Nunca irse sin despedirse, ya que eso podría generar más ansiedad y desconfianza.
  • Practicar separaciones cortas e ir trabajando en prolongarlas progresivamente.
  • Trabajar en colaboración con la escuela o guardería, compartiendo información y estrategias para abordar la ansiedad de forma conjunta.

¿Cuándo consultar a un especialista?

Es habitual que los niños pequeños se angustien cuando se separan de su cuidador principal. Sin embargo, a medida que su desarrollo avanza y comprenden que las personas y objetos continúan existiendo aunque estén fuera de su vista, esta ansiedad debería disminuir.

Es importante consultar con un psicólogo infantil si:

  • La ansiedad por separación provoca un malestar significativo.
  • Persiste durante un periodo prolongado tras la separación.
  • Interfiere de manera importante con su funcionamiento diario (socialización, aprendizaje).
  • Se acompaña de otros síntomas de ansiedad o depresión.
  • Genera un alto nivel de estrés familiar.

Un diagnóstico precoz permitirá descartar un Trastorno de Ansiedad por Separación y ofrecer estrategias de intervención personalizadas tanto para el niño como para su familia, favoreciendo un desarrollo emocional más saludable y previniendo futuras dificultades.

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