¿Cuáles son los problemas psicológicos más frecuentes en niños y adolescentes?

En psicología infanto-juvenil, a menudo clasificamos los problemas psicológicos que presentan los niños y adolescentes en problemas exteriorizados e interiorizados. Pero, ¿qué significan realmente?

Problemas exteriorizados

Uno de los problemas más comunes en niños son los problemas de conducta. Estos problemas suelen incluir desobediencia a figuras de autoridad (profesores o padres), problemas para controlar sus emociones (por ejemplo, la ira) y su comportamiento (por ejemplo, golpear un objeto, gritar), y una actitud desafiante y retadora hacia los adultos, entre otros aspectos.

Si estos problemas no se detectan y tratan de forma temprana pueden persistir en el tiempo y, en algunos casos, derivar en problemas más graves (por ejemplo: fracaso escolar, consumo de sustancias en la adolescencia, comportamiento delictivo o criminal, depresión en la adolescencia o edad adulta, etc.).

Problemas interiorizados

Otros de los problemas que comúnmente encontramos en niños y adolescentes son los denominados problemas interiorizados (ansiedad y tristeza o depresión). En ocasiones, los niños y adolescentes se enfrentan a situaciones que perciben como amenazantes (por ejemplo, miedo a seres sobrenaturales, miedo a la oscuridad, miedo a ir al colegio, realizar un examen, problemas familiares…).

La percepción de amenaza activa una respuesta de ansiedad en el organismo y muchos niños necesitan ayuda para regular esa emoción y reinterpretar la situación de forma más adaptativa. Por otro lado, la tristeza o depresión infantil y adolescente se puede desencadenar por situaciones muy diversas o por una acumulación de varios factores.

Algunas de las situaciones que pueden afectar al menor son: permanecer en ambientes negativos y poco reforzantes (por ejemplo, riñas en casa o en el colegio), el fallecimiento de algún familiar, discusiones entre los padres, o ser rechazado por sus compañeros en el colegio, entre otros.

¿Cuándo pedir ayuda psicológica?

Recomendamos la búsqueda de ayuda psicológica si estos síntomas no remiten con el tiempo, sino que persisten e incluso empeoran. Además, si estas dificultades son recientes, pero están provocando una interferencia en la vida del menor o en el ámbito familiar o escolar se recomienda una valoración/intervención profesional.

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